Pensar en vivir en una gran urbe y no tener medio de transporte puede asustar, y mucho, pero en realidad es mucho más viable que intentar vivir en un pequeño pueblo sin un vehículo particular. Lógicamente todo depende de las necesidades de cada persona, pero hay muchísimas alternativas que te permiten moverte por la ciudad sin dejar litros y litros de CO2 en el ambiente. Vamos a verlas:
Transporte público
Si bien es verdad que no todas las ciudades cuentan con la misma red de transporte público y, obviamente, los hay mejores y peores, la mayoría de grandes urbes cuenta con una red de autobuses, metros o tram. A nivel económico siempre sale más barato moverte en transporte público, pero a nivel ecológico también. Además, si la parada del transporte te para un poco lejos de casa, o del trabajo, siempre puedes llevar la bicicleta o el patinete eléctrico, aunque hay una normativa específica en cada caso.
En España son pocos los autobuses que permiten el acceso con bicicletas, pero tanto en el metro como en el tram se suele habilitar un vagón (normalmente el último) en el que se puede subir con ellas. También en este aspecto hay que leerse muy bien las normas pues en algunas ciudad, los días en los que se prevé mucha aglomeración (festividades especiales patronales o situaciones similares), se suele prohibir el acceso al metro y al tram con bicicletas, aunque solo es esos días.
Sí, puede que parezca complicado tener que recordar tanta normativa pero en realidad no es tan complejo como parece aunque hay que ser sinceros con nosotros mismos y ver que no somos un país que ponga las cosas fáciles al respecto, tampoco con los animales pues si viajas con mascotas la cosa se complica aún más al estar vetadas en casi todos los medio de transporte públicos. En otros países, ni los perros tienen prohibición de acceso ni las bicicletas tampoco.
Muévete por el carril bici
De nuevo nos topamos con la diferencia palpable que hay en la calidad de los carriles bici en las diferentes ciudades españolas. Mientras que en Barcelona podrás ir a casi cualquier lugar con tu bicicleta y sin restricciones, en otras ciudades lo tendrás más complicado pues la adaptación de la vía ha ido lenta en muchas zonas y aunque algunas urbes ya tienen carril bici por toda la ciudad (en teoría) hablamos en muchos casos de ciclovías, es decir, de tramos de calles normales sin carril bici al uso que han habilitado para que las bicicletas puedan circular por ellas sin que ningún vehículo pueda decirles que se aparten.
En mi opinión las ciclovías no deberían existir pues ni los vehículos están cómodos con ellas ni las bicicletas tampoco. La única opción viable con los carriles bicis separados, mínimo, por una pequeña mediana, de la carretera. Eso aporta mayor seguridad en ambos conductores.
Recordar que además de las bicicletas, los patinetes eléctricos pueden circular por los carriles bici sin problema, y si la carga de batería de ese patinete proviene de una energía reciclable mucho mejor.
Vehículos eléctricos
Es muy fácil hablar de comprar un vehículo eléctrico que contamine lo menos posible pero muy complicado tener el bolsillo suficiente para adquirir uno, y más aún cuando no disponemos de un punto de recarga privado.
En cuanto a motos eléctricas la cosa se pone un poco más sencilla, puesto que hay algunas a las que podemos sacar la batería (tipo maleta) para subirla a casa y cargar directamente en cualquier enchufe. De este modo, al día siguiente tendrás la batería cargada sin necesidad de tener garaje propio ni enchufes específicos.
Los coches, sin embargo, no tienen esta opción, por lo que hay que pensarse mucho si podemos o no adquirir un vehículo eléctrico de estas características. Sin embargo, y por suerte para todos, los profesionales de E-Recarga aseguran en su web que la instalación de puntos de recarga es ahora mucho más sencilla que antes, y prácticamente cualquier persona con garaje propio o comunitario puede instalar un punto de recarga de forma sencilla. Esto, por supuesto, allana un poco el camino pero, aun así nos topamos con varios hándicaps, como la posibilidad de recargar el vehículo en puntos de recarga instalados en la ciudad de acceso libre, o en carretera, para hacer viajes largos.
De hecho son pocos los países que cuentan con una buena red de puntos de recarga, Noruega, Suiza y la ciudad de Amsterdam son casos excepcionales donde la red es estupenda.
Comparte vehículo
Tanto para abaratar los costes de la gasolina, o el diésel, como para colaborar un poco con el medio ambiente, es perfecto compartir vehículo. Puedes hacerlo con personas que vayan a trabajar a la misma empresa en la que trabajes tú, pero también con gente que trabaje por la zona. Además, algunas ciudades como Madrid, disponen de carriles especiales por donde solo pueden circular vehículos con más de dos personas en su interior, lo que les da preferencia en atascos.
¿Y tú, qué más opciones propones?