Hay gente que cree que llevar a un perro a la peluquería es una frivolidad. Que es solo para presumir en Instagram o porque el dueño tiene mucho tiempo libre. Pero si alguna vez has vivido con un perro, sabrás que no se trata de eso. No es por estética. O al menos, no solo. Cuidar su pelo, su piel, sus uñas y hasta sus orejas tiene un impacto real en su bienestar. Y muchas veces, dejar pasar esos cuidados termina saliendo más caro, y no solo en dinero.
Igual que tú no te sientes bien si pasas semanas sin ducharte o si llevas los pies destrozados dentro de los zapatos, tu perro también nota cuando algo no está bien en su cuerpo. Solo que él no puede decírtelo. Lo manifiesta de otras formas: se rasca, se lame todo el rato, se pone de mal humor o empieza a oler peor de lo normal. Pero si estás atento y no lo tratas como si fuera un cojín con patas, puedes ayudarle a estar mejor y prevenir problemas antes de que aparezcan.
No todos los perros necesitan el mismo corte
Una de las confusiones más habituales es pensar que todos los perros deberían pasar por la máquina cada cierto tiempo. Y no es así. Cada raza, o incluso cada perro dentro de una misma raza, tiene unas necesidades distintas. Hay perros con un tipo de pelo que no se debe cortar jamás porque sirve de protección. Y otros, en cambio, que sí lo necesitan porque si no, el pelo les crece sin control y les genera problemas.
Por ejemplo, los perros de doble capa como los huskys, los pomeranias o los pastores alemanes no deberían raparse. Su manto tiene una función clara: los protege del frío, pero también del calor. Si lo cortas de forma inadecuada, puedes alterar ese sistema natural. En verano, muchas personas los llevan a pelar pensando que así estarán más frescos, pero es justo al revés. Lo que consiguen es que el sol llegue directamente a la piel, y eso puede causar irritaciones, quemaduras o que el pelo no vuelva a crecer igual.
En cambio, razas como el bichón, el caniche, el shih tzu o el yorkshire sí necesitan cortes regulares. Su pelo no se cae de forma natural como en otros perros, sino que crece de manera continua, como el nuestro. Si no se recorta y se cepilla, se forman nudos, se acumula suciedad y el pelo tira de la piel, provocando molestias. Además, esos enredos acaban siendo focos de humedad y bacterias, y es ahí donde aparecen problemas más serios.
Y no hace falta que tu perro sea de raza para tener en cuenta estas cosas. Lo importante es el tipo de pelo. Por eso es fundamental preguntar a alguien que sepa, observar cómo reacciona tu perro entre sesiones y no guiarse solo por lo que se ve en internet.
Problemas de piel que puedes prevenir y controlar
No todos los perros tienen una piel resistente. De hecho, muchos desarrollan problemas a lo largo de su vida. Y más si no se cuidan. Algunos tienen alergias, otros sufren dermatitis, hay quienes producen demasiada grasa, o todo lo contrario. La mayoría de estos problemas no se detectan hasta que son evidentes: el perro se rasca, tiene rojeces, se lame sin parar o desprende un olor fuerte.
Una higiene adecuada no va a resolver todos los problemas, pero sí puede prevenir bastantes. Bañar al perro de forma regular con un champú adecuado (que no es lo mismo que lavarlo con el gel que usas tú) ayuda a mantener su piel limpia, sin exceso de grasa, sin restos de polen o ácaros y sin hongos.
Aquí es donde entra en juego una buena peluquería canina. Ellos no solo lavan al perro con agua y jabón. Saben qué tipo de productos se adaptan mejor según el estado del pelo y la piel. Por ejemplo, si tu perro tiene la piel seca, no le conviene un champú que arrastre toda la grasa natural. Y si tiene exceso de caspa, hay fórmulas específicas que ayudan a equilibrarlo.
También detectan cosas que, si tú no tienes experiencia, igual pasas por alto: zonas con granitos, heridas pequeñas, irritaciones en los pliegues, o incluso parásitos. Más de una vez, llevar al perro a la peluquería ha servido para encontrar a tiempo un problema que estaba empezando y que luego habría ido a más.
Las uñas son algo que muchos olvidan
Lo recomendable es cortarlas cada pocas semanas. No hay una regla exacta, porque depende del perro y de cuánto desgaste tenga al andar. Algunos perros que salen mucho por asfalto las liman solos, pero muchos otros no. Si al oírlo caminar por el suelo notas que hace “clic clic clic” con cada paso, probablemente ya están demasiado largas.
No todos los perros se dejan cortar las uñas fácilmente. Hay quien se pone nervioso, se revuelve o incluso muerde. En esos casos, hacerlo en casa puede ser complicado. Y ahí es donde los profesionales marcan la diferencia. Saben cómo sujetar al perro, cómo tranquilizarlo y sobre todo cómo cortar sin hacer daño. Porque si cortas demasiado, puedes llegar a una zona con vasos sanguíneos y causar sangrado y dolor. Algo que no debería pasar si se hace bien.
La importancia de una limpieza completa
La higiene del perro no se limita al pelo. También incluye orejas, ojos, almohadillas y, en algunos casos, glándulas anales. Todo eso forma parte del servicio en una peluquería canina de verdad. No es solo ponerle un lacito y dejarlo suavecito. Es revisar que no haya exceso de cera en las orejas, que no tenga legañas secas acumuladas, que no se formen costras entre los dedos o que las glándulas no estén inflamadas.
Hay perros que necesitan limpieza de oídos frecuente porque tienen tendencia a acumular cera o a tener infecciones. Otros tienen ojos que lagrimean mucho y manchan el pelo de la cara. Si se limpia con regularidad, se evita que la zona se irrite o que acabe oliendo mal.
Todo eso se nota en el día a día. Un perro bien cuidado huele mejor, se encuentra más cómodo, está más relajado y es más fácil de manejar. Además, tú también convives mejor con él. No hace falta que lo lleves cada semana ni que lo pongas en manos de alguien caro. Basta con tener unos mínimos y cumplirlos.
Qué opinan los que trabajan a diario con perros
Desde la peluquería canina Rechulos, en Alameda de Osuna, me contaron algo que me pareció muy básico, pero que muchos dueños pasan por alto: el corte de uñas no debería verse como que se pueda dejar pasar, es algo que es parte del mantenimiento básico del perro, igual que se le da de comer o se le saca a pasear.
Lo explicaban con un ejemplo claro: habían visto muchos casos de perros que llegaban con las patas deformadas de andar mal durante años por culpa de las uñas largas. En algunos, ya no se podía hacer nada. Habían desarrollado problemas en la columna, cojeras crónicas o artrosis avanzada. Todo por algo que se podría haber evitado con un corte mensual de cinco minutos.
También mencionaban que muchos perros que al principio no se dejaban tocar las patas, con paciencia y rutinas suaves, acaban acostumbrándose. Pero para eso hace falta alguien que sepa lo que hace, y que entienda cuándo insistir y cuándo parar.
Pequeños cuidados, grandes diferencias
A veces se piensa que cuidar a un perro es solo darle de comer y sacarlo. Pero mantenerlo limpio, sin nudos, sin heridas, sin uñas que molesten o piel irritada, marca una diferencia enorme. No se trata de tratarlo como una persona, sino de cubrir sus necesidades básicas. Que son distintas a las tuyas, sí, pero igual de importantes.
Además, muchos perros disfrutan de ese rato en la peluquería cuando se hace bien. Se relajan con el agua templada, se sienten más cómodos al salir, y están más activos cuando ya no tienen el cuerpo lleno de pelo muerto o de nudos. Y tú también lo notas. En casa huele mejor, no deja tantos pelos, y te resulta más fácil acariciarlo, abrazarlo o jugar con él.
Lo que no vale es pensar que como es un perro, puede ir sucio, lleno de nudos o con las uñas como cuchillas. Porque luego vienen los problemas, y ahí sí que hay que correr al veterinario, gastar más dinero y ver al perro sufriendo.
Cuidar su aspecto es cuidar de él
Cuidar el aspecto de tu perro es parte de quererlo bien. Se trata de observar cómo está, llevarlo a un sitio donde lo traten con respeto y te digan la verdad, y no dejar que se acumule todo hasta que sea tarde.
Puedes aprender a hacer muchas cosas en casa, claro. Pero si no estás seguro, pide ayuda. No pasa nada por no saber. Lo que sí pasa es si dejas pasar los meses y luego toca lamentarse. Al final, un perro no necesita tanto para estar bien. Solo constancia, atención y alguien que se preocupe de verdad. Y si estás leyendo esto, seguramente ya estás en ese camino. Así que no lo dejes.