El 80% de las enfermedades bucales son prevenibles, pero pocos lo saben

La boca es mucho más que solo el lugar donde comemos o hablamos. Es, en realidad, la puerta principal que conecta nuestro cuerpo con el mundo exterior. Por ahí entran los alimentos, el aire que respiramos y hasta nuestras emociones, que a veces se reflejan en una sonrisa, un suspiro o un gesto. Pero más allá de eso, la boca es un espejo. Un reflejo muy fiel de cómo está nuestra salud general.

Sin embargo, y aunque parezca sorprendente, la mayoría de las personas no lo tienen claro. No se detienen a pensar que lo que pasa en su boca puede estar diciéndoles mucho sobre lo que ocurre dentro de su cuerpo. Más allá de la estética o de evitar el mal aliento, la salud bucal tiene un impacto directo y profundo en nuestro bienestar completo.

De hecho, las estadísticas son claras y contundentes: más del 80% de las enfermedades bucales se podrían prevenir. Sí, leíste bien, ocho de cada diez problemas en la boca podrían evitarse con cuidados simples. Caries, inflamación de las encías, pérdida de hueso alrededor de los dientes, el temido mal aliento… la lista es larga, pero la solución no es tan complicada como muchos creen.

La realidad es que la mayoría de estos problemas no tendrían que existir. Son consecuencias directas de descuidos que, por sencillos que parezcan, terminan generando molestias, dolor y gastos innecesarios.

El gran problema no es que estas enfermedades existan, sino que no lo sabemos. O peor aún: en muchos casos sí lo sabemos, pero no actuamos. Dejamos pasar el tiempo, evitamos ir al dentista o pensamos que un cepillado rápido es suficiente.

¿Por qué tantas personas tienen problemas bucales?

Vivimos en un mundo que no para; todo va muy rápido. Las horas del día se nos escapan entre trabajo, familia, y mil cosas más que tenemos que hacer. En medio de ese torbellino, muchas veces comemos cualquier cosa, sin prestar atención a lo que nuestro cuerpo realmente necesita. Saltamos comidas, abusamos de alimentos procesados y azucarados, y casi sin darnos cuenta, nuestra salud empieza a resentirse.

Dormir bien, ese básico tan necesario para recargar energías y que el cuerpo funcione bien, muchas veces es un lujo que no nos damos. Y en medio de todo esto, ¿te has parado a pensar cuánto tiempo le dedicas a cuidar tus dientes? La respuesta suele ser poco, o casi nada.

No es raro que muchas personas no se tomen ni dos minutos para cepillarse correctamente los dientes cada día. A veces lo hacen rápido, casi de paso, como si fuera una tarea más que hay que tachar de la lista. Y si hablamos del uso del hilo dental, la mayoría ni siquiera lo considera.

Pero aquí no termina la historia. A este descuido cotidiano se suma algo aún más grave: el desconocimiento. Mucha gente piensa que ir al dentista es solo para cuando duele algo; cuando el dolor se vuelve insoportable o cuando una muela se rompe. Esa idea está tan arraigada que pasa desapercibida, pero en realidad es una de las principales razones por las que tantos problemas bucales llegan a etapas avanzadas.

Tal y como nos explican desde Clínica Dental Dr. Sánchez Moya, el gran error que cometemos es esperar a que el dolor llegue. Porque cuando un diente duele, o cuando las encías sangran de forma constante, ya es demasiado tarde. El daño suele estar hecho y la solución, además de más costosa, más incómoda, es también más invasiva. En esos momentos, la prevención quedó en el pasado y empieza una carrera contrarreloj para salvar lo que se pueda.

El impacto silencioso de las enfermedades bucales

Los problemas en la boca no se quedan en la boca. Una infección no tratada puede pasar al torrente sanguíneo. Las bacterias orales pueden llegar al corazón. Incluso al cerebro.

No es exageración, está comprobado. La salud bucal influye directamente en la salud cardiovascular, pulmonar y metabólica.

Por ejemplo:

  • Las personas con enfermedad periodontal tienen más riesgo de sufrir infartos.
  • Las mujeres embarazadas con infecciones bucales tienen más riesgo de parto prematuro.
  • La diabetes y la salud bucal están fuertemente conectadas. Una afecta a la otra.

Y sin embargo, seguimos restándole importancia a algo tan básico como usar hilo dental.

¿Qué enfermedades son prevenibles?

Hablemos de nombres. Estas son algunas de las enfermedades bucales más comunes y que, en su mayoría, pueden prevenirse:

  1. Caries dental

Es la más común. Más del 90% de las personas adultas han tenido caries alguna vez. En niños, la cifra es aún más alta.

Y la caries no aparece de la nada. Se forma con el tiempo, cuando las bacterias se alimentan de azúcares y forman ácido que desgasta el esmalte.

¿La solución? Cepillado correcto, menos azúcar y revisiones periódicas.

  1. Gingivitis

Es la inflamación de las encías. Las encías se ven rojas, sangran y molestan. Es una señal de alerta. Si se trata a tiempo, es reversible. Pero si se ignora, evoluciona.

  1. Periodontitis

Es la versión avanzada de la gingivitis. Aquí ya se ha destruido parte del hueso que sostiene los dientes. Es grave, puede causar la pérdida de piezas dentales. Y lo peor: suele avanzar sin dolor. En silencio.

  1. Halitosis (mal aliento)

Muchas veces no es por el estómago. Es por bacterias acumuladas en la lengua, encías o entre los dientes. Una buena higiene bucal puede evitarlo en la mayoría de los casos.

  1. Candidiasis oral

Una infección por hongos en la boca. Afecta especialmente a personas con defensas bajas, como diabéticos o pacientes con VIH. Pero también puede prevenirse con higiene adecuada y dieta balanceada.

Hábitos que salvan sonrisas

Entonces, ¿qué podemos hacer para prevenir?

La buena noticia: no se necesitan fórmulas mágicas. Solo hábitos consistentes y conscientes.

  1. Cepillado adecuado

No se trata solo de pasar el cepillo por los dientes. Hay que hacerlo bien:

  • Al menos dos veces al día.
  • Con movimientos suaves, pero firmes.
  • Durante dos minutos.
  • Con cepillo de cerdas suaves y buena técnica.

La mayoría de las personas se cepilla menos de un minuto. Y muchas no llegan a las muelas del fondo.

  1. Uso de hilo dental

Sí, es molesto. Pero es necesario. El cepillo no llega entre los dientes. Ahí se acumulan restos de comida y bacterias. El hilo limpia lo que el cepillo no puede.

  1. Control del azúcar

Las bacterias que causan caries se alimentan de azúcares. Cuanto más azúcar consumes, más ácido producen. No se trata de eliminarlo por completo, pero sí de moderarlo. Especialmente en bebidas azucaradas, caramelos y snacks pegajosos.

  1. Visitas al dentista

La revisión dental debería ser cada seis meses. Aunque no sientas dolor. Aunque no veas nada raro. El dentista puede detectar problemas en etapas tempranas. Y actuar antes de que sea grave. Además, la limpieza profesional ayuda a eliminar sarro y prevenir enfermedades.

  1. Cuidar la dieta

Una alimentación equilibrada fortalece los dientes. Alimentos ricos en calcio, fósforo y vitaminas ayudan a mantener el esmalte fuerte.

También es importante beber suficiente agua. Estimula la saliva, que protege naturalmente la boca.

Mitos que nos están perjudicando

Hay muchas creencias populares que, lejos de ayudar, agravan la situación. Vamos a desmentir algunas:

“Si no duele, no pasa nada”

Falso. Muchas enfermedades bucales no causan dolor hasta que están muy avanzadas. El dolor no es el único síntoma.

“Los dientes de leche no importan”

Error. Los dientes temporales son fundamentales para el desarrollo del habla, la alimentación y la formación de los dientes definitivos.

Cuidarlos es clave.

“El mal aliento siempre es por problemas estomacales”

No siempre. En la mayoría de los casos, tiene origen en la boca: encías, lengua o caries.

“El enjuague bucal lo soluciona todo”

No, es solo un complemento. No reemplaza al cepillado ni al hilo dental.

“Solo los adultos tienen problemas bucales”

Falso. La caries infantil es uno de los problemas de salud más comunes en el mundo. Y la falta de prevención en la infancia suele dejar secuelas en la adultez.

El rol de la educación y la prevención

La salud bucal no se enseña bien en casa ni en la escuela. Es un tema que se menciona poco y se practica menos.

Necesitamos campañas claras. Charlas en colegios. Información accesible para todos, porque una sonrisa sana no es cuestión de suerte. Es cuestión de educación.

Los gobiernos también tienen un papel clave. El acceso a la atención dental debe ser un derecho, no un lujo. Muchos no van al dentista por falta de dinero. O porque no saben a dónde acudir. Ahí también fallamos como sociedad.

La salud empieza en la boca

Cuidar nuestra boca es cuidar nuestro cuerpo entero. No se trata de estética, se trata de bienestar.

Una infección bucal no tratada puede afectar el rendimiento, el sueño y hasta el ánimo. El dolor de muelas es una de las principales causas de ausentismo escolar y laboral.

Además, la salud bucal influye en la autoestima. Una sonrisa sana genera seguridad. Mejora las relaciones sociales. Abre puertas.

 

No necesitamos hacer grandes sacrificios. Solo prestar atención. Dedicar unos minutos al día. Hacer revisiones periódicas. Si el 80% de las enfermedades bucales son prevenibles, ¿por qué seguimos dejándolas avanzar?

La respuesta está en nuestras manos y también en nuestra boca. Cuidarla no es un lujo. Es una necesidad y sobre todo, un acto de amor propio.

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