En mi opinión el caballo es uno de los animales más bellos del planeta, y probablemente el más elegante. Además, es un animal que ha servido al hombre como herramienta de trabajo y transporte desde hace muchísimos siglos y por eso tenemos con ellos una vinculación muy especial. Posteriormente se utilizó al caballo en el deporte, en carreras de caballos con y sin jinete, y en la doma clásica, un espectáculo de una belleza incalculable.
Obviamente hay sujetos a los que no se les debería permitir tener ningún tipo de animal, ni gatos, ni perros, ni caballos, ni ningún ser vivo a su cargo. No los tratan bien, no les dan los cuidados que necesitan, ni la higiene, ni la alimentación, ni tampoco el cariño que merecen. Cualquier persona que tenga a su cargo un animal, sea cual sea, ha de hacerse responsable de todas las necesidades que requiere ese animal para sí mismo y para con la sociedad. Con esto último me refiero a que no es suficiente bajar al perrito tres veces a la calle, quererlo, darle de comer y llevarlo al veterinario, también hay que recoger sus heces de la calzada y limpiar sus orines porque somos responsables de todo lo que rodea a ese animal así que por higiene y por civismo debemos responsabilizarnos también de sus defecaciones.
En el caso del caballo la situación es lógicamente diferente, más que nada porque viven en establos y pasean por campos, pero si no fuera así deberíamos responsabilizarnos del mismo modo.
Las carreras de caballos personalmente no me gustan. Sé que en Inglaterra y Estados Unidos, sobre todo entre la población más adinerada e incluso entre la nobleza inglesa están muy de moda, pero a mí no me gusta. Sé que cuidan a los caballos maravillosamente (casi todos) y sé que los entrenan con respeto, pero al final el caballo ahí solo tiene que tener buenas patas y buen músculo para correr, lo más rápido que pueda, nada más. En cambio la doma clásica me parece un deporte que guarda una belleza impresionante.
Doma Clásica
Tal y como explican desde la Real Federación Hípica Española, la doma clásica es una disciplina Olímpica basada en la armonía entre jinete y caballo a través de la cual se realizan una serie de movimientos de gran dificultad que aparecen indicados siguiendo un programa preestablecido en un texto llamado reprise. Los movimientos que el caballo ejecuta, aunque son naturales para el caballo, requieren grandes dosis de entrenamiento y preparación del binomio. Los caballos se desplazan lateralmente, giran sobre sí mismos, cambian de pie al galope y ejecutan aires de extrema dificultad y belleza como Passage y Piaffe entre otros, siempre observados por los Jueces que les puntúan dentro de una pista de 20 m. x 60 m.
Los mejores circuitos que se hacen en doma clásica los consiguen solo los jinetes que han formado realmente una especie de binomio perfecto junto a su caballo.
Se puntúa todo, desde realizar un circuito perfecto sin roces en las vallas y una obediencia ciega por parte del caballo hasta otros aspectos un poco más subjetivos por parte de los jueces como la regularidad y elegancia en los movimientos del caballo, ya sea al paso, trote o galope, mostrando una soltura total en sus articulaciones, denotando la armonía que tanto se demanda o la cadencia, tanto en el trote, como en el galope. En definitiva, se comprueba que la regularidad de su aire sea el adecuado.
En cuanto a la postura del caballo, siempre debe de mostrar su cuello arqueado, elevado y elegante, ya sea en movimiento o en parada.
Como veis, son muchos los aspectos que se pueden evaluar dentro de la doma clásica.
Razas especializadas en Doma Clásica
Pero ¿puedes practicar doma clásica todos los caballos? Pues a priori sí, por supuesto, pero la realidad es que hay unas razas más aptas que otras y como dicen desde la yeguada Mendoza Cadema, el caballo de Pura Raza Española (también conocido como PRE), es perfecto para este deporte olímpico.
Otros caballos que se suelen utilizar con aquellos de sangre caliente como el hannoveriano, el holandés o el danés, aunque también podemos ver de vez en cuando jinetes con caballos de raza barroca, el lusitano o el lipizzano.
Y como en todos los deportes, en la doma clásica también hay grandes héroes como Rembrandt, de quien cuentan que no tenía rival. Ganó los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988 y en Barcelona en 1992. Dicen que imponía a todos sus rivales solo con verlo salir a la arena.
Otro gran héroe de la doma clásica fue Gigoló, de raza hannoveriana. Ganó tres campeonatos del mundo de forma no consecutiva entre 1994 y 2006 y además consiguió la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996.
Salinero es uno de los últimos caballos campeones que ha habido. Consiguió dos medallas de oro consecutivas en los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004 y de Pekín en 2008, y también es de raza hannoveriana.
Y como no, Moorland Titilas, que aunque no es tan espectacular como sus predecesores, ganó el campeonato del mundo en 2010 en Lexinton y, un año antes, superó el 90% de la puntuación, récord absoluto de la coma clásica, lo que lo convirtió en el caballo más caro del mundo.
Y otro de los grandes campeones ha sido Valegro, ganador de los Juegos Olímpicos de 2012 y 2016.
Estos caballos rezuman belleza por sus poros, no pueden evitarlo, y aunque intenten mirarte a los ojos “de tú a tú”, su elegancia obliga al ser humano a sentirse inferior, y en el fondo, lo somos.